Asomarme a la lánguida tarde y encontrarme con ellos, atrayendo hacia sí todo el peso de la luz amoratada del crepúsculo, absorbiéndola... Escuchar cómo me devuelven ecos de ollas, pasos, algún grito y algunas plumas batidas... Verlos adustos pero bellos, trágicos pero llenos de ternura, un poco eternos y un poco evanescentes, pues en un instante ya no serán los mismos...
Tenerlos frente a mí, extendiéndose hacia el horizonte, me reconcilia con las ruinas de nuestro reciente desahucio.
Sí señor. Creo que aquí también podemos decir "casa", y sentirnos en ella.
La idílica terraza donde descansa la moza y la que me regala las vistas de los tejados tienen una más que ligera semblanza... |
Las imágenes son creaciones de Lorenzo Goñi.