Después del sueño que he tenido
esta noche, he llegado a la conclusión de que mi inconsciente ha querido
advertirme de que veo mucha, muchísima, quizás demasiada, televisión.
Juro que esto es cien por cien
verídico.
Veamos.
Lo primero que recuerdo es un
plano general de una cárcel y sus alrededores. Una cárcel de mujeres. En los
primeros años de la dictadura. Los oficiales franquistas, las monjas y las
carceleras se aproximan desde el exterior hasta las verjas de la cárcel, tras
las que se apelotonan las prisioneras (efectivamente, el visionado de ayer de
La Voz Dormida iba a tener consecuencias). Aquí los oficiales vienen a buscar a
la chica rubia, la más joven, para darle el paseo. Las compañeras gritan e
intentan amagos de amotinarse para que no se la lleven, pero la chica grita: “¡Dejadlos!
¡No tengo miedo!” La verdad es que está llorando. Pero, coño, supongo que a
nadie la agrada la perspectiva de ser fusilada. Yo pienso que es muy valiente y
que mantiene una actitud muy digna, a pesar de las lágrimas.
En esto que la moza empieza a percibir
cierta agitación al otro lado de las verjas. De repente… CHAN-CHAAAAN… plano de
Michonne de The Walking Dead, haciendo un gesto de silencio con una mano y con
la otra en dirección a la katana. WTF??!!!
Michonne entra en escena |
De pronto, mi yo soñante parece recordar que los franquistas ya usaban armas de fuego. Michonne y su katana desparecen buscando refugio en el bosque próximo; pero, que no cunda el pánico, deja el trabajo de rescate a buen recaudo: ATAQUE ZOMBIE. ¡Ya vienen!
Recordemos: franquistas y
carceleras fuera de las verjas; prisioneras dentro. Mi yo soñante haciendo
justicia poética.
Hijoputa |
Total, que el pedazo cacho de
cabrón hipócrita llega a la cárcel cuando habían pasado ya los peores años de
la represión, y se pasa la vida dictando indultos. Pero la María León de mi
sueño es una prisionera que se parece a la Alison Blechdel veinteañera de Fun
Home (sí, qué pasa, también leo), que lo mira desafiante, odiándolo, y
asumiendo que mientras sus compañeras irán saliendo poco a poco, ella se va a
quedar ahí, si es que no le cascan la pena de muerte directamente. Y a la pobre
nadie le comprende. No entienden a qué ese bajón que le ha dado
Un funcionario de prisiones
amiguete de ella intenta animarla. En ese momento, ella luce un look muy años
30. Van juntos a las puertas de la cárcel y él está dispuesto a saltarse las
normas para que ella pueda dar un paseo por fuera. Él la espera al otro lado de
las puertas. Pero ella no puede salir (normal, me imagino que su cerebro habrá
disparado la alarma… DANG DANG DANG! APOCALIPSIS ZOMBIE!!!), y se queda
agachada en el suelo, llorando. Esta parte ha sido muy triste.
Cambio drástico de ambientación
(no hay manera de recordar cómo llegábamos a este punto, pero juraría que había
una secuencia lógica –en sentido onírico, claro está– de acontecimientos).
Jennifer Morrison está ensayando. Y, de repente, está organizando un juego. Me
dice (sí, ¡ahí estoy!; ¡meta cameo!) que tenemos que elegir una pareja de TV.
Echo un vistazo al resto de los jugadores sentados a la mesa y veo que son la
plantilla completa de guionistas y actores de Once Upon a Time. Pienso: “joder,
pues está claro, ¿no?”. Me inclino sobre la silla de JMo y le digo al oído: “Emma
y Regina”. Tengo que decir que no parece muy convencida al principio, pero al
final acepta.
No tengo ni idea de en qué
consistía el juego, pero el caso es que me encuentro viendo en unas pantallas
una escena doméstica de la vida de Emma, Regina y su hija prepúber. No sé qué
hija. Una nueva, supongo. Están en un salón. Emma y la cría están en primer
plano, mirando a cámara, como si fuera la TV, mientras Regina está sentada en
el sofá. Las tres están jugando a algo que implica hacer gestos y cantar (y con
esto, supongo que mi inconsciente me advierte de que, además de ver mucha tele,
también leo demasiado fanfiction). Emma y la niña, de pronto con el aspecto de
Lorelei y una jovencísima Rory Gilmore, hablan de lo mucho que se parecen a
pesar de que no hay lazos sanguíneos entre ellas, pues esta vez la madre
biológica ha sido Regina. Ésta, con la cara de Catherine de CSI, comenta: “Well,
I did my best”. Y sonríe.
More tea, de dear chemistry |
En cierto momento, Rupert Grint aparece con su madre en un programa de entrevistas. Que es también un concurso, aparentemente, porque ganan un coche y montan en él, junto con Dan Radcliffe. Y conmigo, que estoy muerta de curiosidad porque Rupert habla un correctísimo castellano.
Me he pasado el día intentando
recuperarme de tanto ajetreo…