martes, 22 de noviembre de 2011

Los Juegos del Hambre y la Rueda del Absurdo

El libro de Suzanne Collins me ha dejado (además de sin aliento, sin uñas y atrapadísima) un par de pasajes que ilustran con claridad meridiana una reflexión muy interesante.

Dicen así:

“Me pregunto cómo será vivir en un mundo en el que la comida aparece con sólo presionar un botón. ¿A qué dedicaría las horas que paso recorriendo los bosques en busca de sustento si fuese tan fácil conseguirlo? ¿Qué hacen todo el día estos habitantes del Capitolio, además de decorarse el cuerpo y esperar al siguiente cargamento de tributos para divertirse viéndolos morir?”

“Por primera vez me permito pensar en serio en la posibilidad de volver a casa, de volver famosa y rica a mi propia casa de la Aldea de los Vencedores. Mi madre y Prim se irían a vivir conmigo, y ya no habría que temer al hambre. Un nuevo tipo de libertad, pero después… ¿qué? ¿Cómo será mi vida cotidiana? Antes dedicaba casi todo mi tiempo a conseguir comida; si me quitan eso, no estoy muy segura de quién soy, ni de cuál es mi identidad. La idea me asusta un poco.”

Annie Leonard, por su parte, lo plantea de esta forma tan maravillosamente didáctica:


¡Bienvenidos a la enésima y perpetua edición de la Rueda del Absurdo! ¡Que no acaben los Juegos!

(El Absurdo luce por doquier, la Rueda en particular queda preciosamente ilustrada en el minuto 16 del vídeo.)

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