jueves, 27 de septiembre de 2012

El emperador va desnudo



Mis primeros paseos en Pamplona fueron muy especiales. Eran tiempos de descubrimiento. Empezaba a descubrir al que camina junto a mí y también la ciudad que me acogería más tarde. En el proceso, surgieron sorpresas. Buenas, en su mayoría. La ciudad (también el caminante, claro, pero eso es otra historia) se me fue desenvolviendo, coqueta y misteriosa, y me fue haciendo partícipe de sus prodigios.

Piedras, luces, rostros, olores... Rincones que se abrían como un secreto y que nunca habría imaginado que pudieran existir ahí, en el centro mismo de un paisaje urbano.

Uno de ellos: 
 
Cruzo las murallas por el Portal de Francia, paso de peregrinos y resorte automático para mi imaginación, que me viste enseguida de intrépida exploradora al mejor estilo fantasía épica. Bajo hacia el río y dejo a mi izquierda un pequeño puente de piedra para adentrarme en un camino que conduce a una isla (mágica, por supuesto; probablemente con tesoro oculto incluido) enmarcada por la bifurcación del cauce, que pronto vuelve a cerrarse. El camino se abre ligeramente, y se estrecha de nuevo en un sendero de tierra sinuoso. A ambos lados, vegetación espesa. A veces, forma un arco ante mis pasos, y la luz se filtra entre el verde jugando a deslumbrarme. 

Sigo avanzando, y a los lados se abren tierras labradas. Huele a tarde, a tierra, a agua... El sendero desemboca en un camino asfaltado que gira hacia la derecha. Más huertas. Casas. Extensiones de hierba y árboles a ambos lados.


Elijo seguir por el camino exterior, que sigue combándose hacia dentro. El río a la izquierda, bancos a la derecha. En el centro, yo, aún bañada por esa luz evanescente. Llego al final cuando alcanzo de nuevo la cuesta que sube hacia el Portal de Francia. 

Un paseo redondo, vamos.


Ayer fue la primera vez que estuve en el meandro de Aranzadi tras largos meses sin volver. Me hizo daño. Poco queda de lo que recordaba. En su lugar, un erial lúgubre y unos bloques de hormigón. Desgraciadamente, lo peor no es la tierra arrasada por las máquinas, sino lo que va a serle impuesto a medida que avancen los trabajos del despropósito de proyecto del Ayuntamiento. Un proyecto que dice pretender dar valor y difundir el aprendizaje y el disfrute de las huertas, para lo que ha tenido que destruir las que ya existían.

El absurdo, la rabia y la impotencia.

Y el valor y la constancia de quienes se están desgañitando intentando hacer ver que el emperador no lleva un espléndido traje nuevo. Que no. Que dirá lo que quiera, pero el muy codicioso está en bolas.

Batería de videos. Por todos ellos. Y por los que sabemos lo que hemos perdido. Y muy especialmente, por los que no lo saben.




martes, 18 de septiembre de 2012

Va de hijos y de corazones

Una nueva reseña para añadir a la lista:

  • Mai, de Hilda Perera
María había pensado mucho en cómo y con qué exactas palabras explicárselo a Mai, pero un compañero de la escuela hizo saltar por los aires toda su previsión. Ahora Mai le pregunta a María que por qué tiene los ojos chinos, que si ella es su mamá. Y María le explica que hay algunos hijos que son hijos del corazón.

A raíz de este planteamiento, Hilda Perera nos ofrece los relatos paralelos de dos personajes: María Gómez, exiliada cubana residente en Miami que anhela poder entregar todo el cariño que aún le queda a una niña adoptada; y Mai, un bebé vietnamita que sobrevive a un ataque aéreo sobre un campo de refugiados de Saigón gracias a un último acto heroico de su joven madre. En su periplo hacia su encuentro mutuo, María y Mai se cruzan con otros personajes, que presentan asimismo breves retazos de su historia.

A pesar de lo que pueda parecer, Mai no es un libro sobre la adopción, pues apenas lidia con los conflictos derivados de la misma (únicamente quedan planteados en el capítulo introductorio). Lo que relata en realidad es una historia profundamente humana, deteniéndose en cada uno de los personajes que van apareciendo en ambos itinerarios, desvelando comportamientos nobles y despreciables por igual, pero todos coherentes, muy creíbles. Y lo hace con la claridad de un espejo ante el lector, que podría reconocerse ante todos ellos. Con un estilo que combina sencillez y lirismo, Perera nos muestra una realidad muy dura sin hacer uso del dramatismo, y plantea a su vez un sutil alegato contra la guerra.

Con todo ello, Mai es una historia llena de matices, quizás no del todo apreciables para el joven lector, pero su fuerza y su ternura dejarán resonancias que, quizás con el tiempo, inviten a una relectura.

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A pesar de que, como he dicho, la novela no se centra específicamente en el tema de la adopción, la vinculación es lógicamente inevitable. En los últimas días estoy entregándome al revisionado de un antiguo docudrama por capítulos de TVE1, que me cautivó en su momento, y me reconquista cada vez. Se trata, precisamente, de Hijos del Corazón. El primer capítulo lo tenéis a continuación:



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Hasta ahora eran paletadas de arena. Ahora viene la cal.

Piel color miel es un viaje hacia la construcción de la identidad de Jung, autor de origen coreano y adoptado de niño por una familia belga. Una historia agridulce y en ocasiones muy dura, pero no exenta de hilaridad, que ofrece una visión sobre la adopción ciertamente mucho más perturbadora (y seguro que más acertada) que el documental de TVE que tanto me gusta.


En la misma línea de Satrapi, Gallardo, Roca y muchos otros, Jung también ha dado el paso de la celulosa al celuloide:


jueves, 6 de septiembre de 2012

Tesoritos


En la tediosa y ardua tarea de desbrozar apuntes una se va encontrando a veces con pedazos de vidrio luminiscentes que la reclaman con guiños para ser recogidos.

Ésta es la pequeña colección de tesoros que he reunido tras el fatigoso paseo hacia mi último examen:

“Imitaba yo el rostro, los gestos y el habla de mis interlocutores, de modo que se creyera que eran muchos los que se expresaban por una sola boca... En esto andaba cuando el fúnebre día se llevó conmigo a todos los personajes que vivían en mi cuerpo.”

Epitafio del juglar Vitalis


“Sabemos que somos provisionales
y que después de nosotros no vendrá nada memorable.”

Bertol Brecht, Del pobre B.B.


“Hay en la vida cotidiana algo de trágico, mucho más real, mucho más profundo y mucho más con­forme con nuestro ser verdadero que lo trágico de las grandes aventuras. [...] Ya no se trata aquí de la lucha determinada de un ser contra un ser, de la lucha de un deseo contra otro deseo o del eterno combate de la pasión y del deber. Se trataría más bien de hacer ver lo que hay de sorprendente en el solo hecho de vivir.”

Maurice Maeterlinck explicando la maravilla y la tragedia de lo cotidiano